Cada mañana me acuerdo,
de la ausencia de mis cuervos,
sueño despierto con fundir nuestros cuerpos.
Cada mañana, despierto,
y busco en mí un ejército,
pero no tengo suficientes hercios.
Cada noche tus fantasmas me visitan,
invitándome a un café me instan,
a que
siga disfrutando de las vistas.
Cada noche una pedazo de mí muere,
trato de hacerte frente,
pero mi todo se vuelve inerte.
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