Un barco, un capitán
y un tesoro. El capitán ya trató de abrir una vez el tesoro y el barco casi se
hundió. Pasado un tiempo prudencial se dispone a volver a abrir el tesoro.
Pero, ¿acaso no hundirá el barco otra vez si le sale mal? ¿Debe pues intentar
abrir el tesoro y poner en juego su barco? ¿O debe tirar el tesoro por la borda
y seguir firmemente su camino hacia la soledad?
Y tu recuerdo de pronto, me abruma,
volviendo a plantearme serias dudas,
¿perturbar los fantasmas de mi tumba
o enterrar el amor bajo pútrida turba?
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