Llega el frío, llega la nieve,
y como
escarcha que hiela la hierba,
se heló un corazón que yace inerte,
sangrando por dentro, disimulando por fuera.
Acosado por hienas y cuervos hambrientos,
este cadáver frío no ofrecerá más resistencia
que el débil latido de un esperado beso
que haga de mí un esclavo de tu penitencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario