Mis ojos, atosigados entre tanto cemento,
alzaron su vista al firmamento azul,
creando un mundo nuevo; el Sol y el viento,
las nubes, la brisa, el mar y tú.
Alcé la vista hacia el claro horizonte,
traicioné con otra a mi marchita soledad,
y por fin observé que estaba mi Norte
lejos de los humos de la gran ciudad.
"Levanta la vista del suelo y deja que te dé el Sol en la cara... aunque solo sea por un segundo..."
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