sábado, 24 de enero de 2015

OCASO

La sombra de la montaña impregna mi cuerpo,
el improperio de tus labios rojos mi alma mancilla,
la luz que emiten tus ojos me ciega, no veo
y prostituyo mi vida por un beso en las mejillas.

Pronto llega el ocaso, pronto me tornaré yermo,
pronto brotan de la noche luciérnagas y polillas,
mientras a este desalmado poeta enfermo
solo le consuela el canto de las abubillas.

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