En esta yerma tierra
no brotan versos, no nace vida,
tus raíces de
eucalipto incendian los jóvenes tallos
de los rosales que
con cálida ternura planto cada día,
quemando neuronas,
sembrando mis manos de callos.
A sorbos bebo las
infusiones que portan tu esencia,
enajenando mi mente,
catalizando amor en locura,
preguntándome si seguir
realmente vale la pena,
si tan efímero mi dolencia, si tan compleja mi cura.
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